manifiesto del útero


El útero es un órgano desconocido para muchas. Ignorado por muchos. Silenciado por tantos y tantas.

En los últimos años se ha hecho un magnífico trabajo de revisión, recopilación, integración e investigación acerca de este órgano y su función en la vida. -y los ovarios- -y los pechos-. En verdad del cuerpo todo.

Hemos descubierto el efecto que tiene en la salud personal y social el modo en que las mujeres son tratadas y entendidas. Y también el efecto que tiene la mujer al reconocer su esencia cíclica y los factores que condicionan su pleno desarrollo. 

Hemos descubierto la magnífica impronta que el útero entrega al ser por venir, y cómo la experiencia dentro de él configura el mapa de los territorios que explorará a lo largo de su vida.

No es revolucionario decir que hemos crecido en una sociedad patriarcal. Ni que los valores
que han prevalecido tienen que ver con lo masculino. En la historia reciente el mayor logro social ha sido el reconocimiento de igualdad en cuanto a derechos civiles de hombres y mujeres, ¡y de los niños! Ahora es tiempo de poner conciencia y responsabilidad sobre el hecho de que para lograr una sociedad saludable, debemos recuperar e incorporar valores y saberes que en nuestro rápido camino hacia el progreso dejamos atrás; lo femenino por mucho tiempo se ha visto disminuido, estigmatizado y silenciado. Se trata ahora de hacer un movimiento de integración. 

Para avanzar hacia nuestra utopía, necesitamos ampliar nuestra mente, nuestra mirada. 

Lo que la evidencia científica actual nos pide es que seamos capaces de cambiar el paradigma, y que resignifiquemos conceptos, prácticas y experiencias que están formado parte de nuestra cotidianeidad aunque son realmente agresivas para con la vida humana. 
Si logramos abrir un espacio mental en el que estemos dispuestos a que información proviniente de distintas ciencias y experiencias se entrelacen e integren, nos encontraremos ante un nuevo panorama a la hora de experimentar la vida, que tiene que ver con la comprensión de totalidad , con la sensación de unión. 

Los patrones mentales se han hecho tan rígidos que para dar validez a algo que sabemos de forma puramente intuitiva, se necesita evidencia científica. A pesar de esta resistencia, la evidencia llega de forma aplastante y con ella nuevas propuestas de educación, salud, comunicación...

Todo lo que hemos redescubierto en los últimos tiempos, nos abre la posibilidad de crear nuevas realidades.  Si no se están implementando cambios a pesar del avance en el conocimiento que existe, es porque hay una fuerte tendencia contra-evolucionaria, pero la evolución es necesaria, es mandato vital.

La Revolución es una elección que nos lleva al descubrimiento de nuestros nuevos potenciales humanos. Aleluya.



El útero existe guardando el misterio de la creación. La mujer porta la gracia de conocer esencialmente el misterio de la vida y la muerte. La conciencia del vacío.

A través de su ciclo de la fertilidad  accede intuitivamente al ritmo orgánico de la creación. -La producción es otra cosa-. 

El útero se ubica en la pelvis, el centro de gravedad del cuerpo, el centro vital del organismo humano.  Sirve a la creación -no sólo de hijos-, funcionando como motor de vida. 

Es, además, manantial de amor y placer, alegría y cobijo.

Es posada para el vínculo humano, y fuente de la consciencia del respeto y amor que la vida requiere.

El útero pulsa, se expande y estremece. Responde a cada estímulo, interno y externo, en un movimiento de apertura y entrega , o en un movimiento de contención y protección.

El útero guarda memoria de cada experiencia vivida en cada mujer. Desde él nos reconocemos hermanas. 

Un útero que duele, que no siente, que no crea, que está cansado...es un útero asustado. Es un útero que ha tenido que elegir gritar de rabia o dormir de sinsentido. Es un útero que ha sido herido mediante pensamientos, emociones o actos. 

Es preciso que las mujeres nos hagamos conscientes de nuestra responsabilidad. Y de la necesidad social de recuperar el pleno potencial de más de la mitad de su población.

En nuestro linaje, en el de todas y todos, existe memoria de abuso, desprecio o dominación, porque así se ha desarrollado la sociedad del patriarcado, en la que todos hemos crecido.  Liberar nuestra vida del trauma es requisito para dejar de vivir en violencia. 

Cuidar el útero-cuerpo-tierra es cuidar tus pensamientos, tus relaciones, tu integridad y tu creatividad. Es amarte sobre todas las cosas, es recuperar tu inocencia y alimentar tu curiosidad mágica.  

Poder con responsabilidad.

A esto quiero servir, a la liberación de la violencia que cierne nuestro cuerpo y nuestra mente para lograr vivir con pleno derecho creativo.



Recuperar el cuerpo, reconocerlo, sentirlo y cuidarlo, con todo lo que eso significa.