la ciencia y la conciencia


Nuestra biología ha desarrollado una inteligencia deslumbrante. Parece magia, pero es pura ciencia que las células tienen conciencia, y que nuestro ADN y ARN tienen memoria de todo lo sucedido desde que Vida existe.

Que la genética no es tan determinante como el ambiente.

Que en el desarrollo embrionario humano, se puede apreciar el desarrollo de la evolución de la vida en el planeta.

En la luz está que en nuestro organismo nada está separado, que todos los sistemas y subsistemas que nos  delimitan están estrecha e íntimamente vinculados entre sí, de modo que todo lo que existe en cuerpo, mente, emoción o movimiento, se ve correspondido en otra forma en todo lugar, siendo lo mismo y formando una entidad completa en si misma, siendo parte de todo.

Sabemos que el cerebro responde igual ante un hecho que sucede realmente y otro que sucede en su imaginación.

Sabemos que yendo al estudio de las partículas que nos componen, somos y funcionamos como un campo de energía electromagnética.

Sabemos que el amor y el miedo son las dos emociones básicas, y que de ellas derivan las demás. Sabemos que cuando sentimos amor vibramos a 528Hz y que la vibración del miedo es más lenta.

También la ciencia muestra cómo somos creadores; todo hecho se ve modificado sólo por estar siendo observado.

Se ha demostrado que el agua está viva, y que cambia su estructura molecular en función de los estímulos ambientales que recibe. Que es sensible al pensamiento que se proyecta sobre ella.
También sabemos que nuestro cuerpo es en un 70% agua.

Conocemos un mapa de cómo la energía vital recorre nuestro cuerpo.

Sabemos que determinados miedos afectan a determinadas áreas del cuerpo, creando tensiones neuromusculares. Y que éstas nos confieren el carácter.

Sabemos que tenemos un origen común, y que todos llegamos a la vida desde el útero de una mujer.

Sabemos que lo que vivimos en el útero es la primera memoria que guarda nuestro sistema nervioso y crea la base sobre la cual edificará el funcionamiento integral del sistema.

Lo que somos, lo que realmente somos, es vacío, el 99% de vacío que compone cada partícula. El vacío de nuestras partículas es lo que las mantiene unidas, lo que nos da un centro de gravedad para la existencia. Lo que vemos y tocamos de nosotros es la manifestación material de lo que existe en ése espacio vacío.

Lo que parecemos es la combinación de infinitos factores que, a través de mecanismos que ha desarrollado la naturaleza, trata de mantener al sistema en equilibrio.

También sabemos que así como nuestro sistema está compuesto por infinitud de sistemas, así cada uno de nosotros somos un elemento más de un sistema mayor en el que la naturaleza se organiza. Y que en un pensamiento planetario, somos parte de la Vida en la Tierra.

Nada en la vida está aislado.
Toda la ciencia que se ha desarrollado desde el estudio de los sistemas aislados precisa ser revisada incorporando esta visión, que un tiempo atrás fue literalmente prohibida.

Las sabidurías más antiguas saben que todo en la vida tiene un principio femenino y otro masculino, y es la combinación de ellos lo que permite la creación.

El universo se organiza de manera holográfica, esto es, haciendo una representación de sí mismo en todos los niveles de organización de la materia. Y estremece a nuestro pensar y a nuestra conciencia cuando vemos una imagen de una galaxia que dibuja un ojo claramente.

Asumir éste formar parte de todo, éste estar todo vinculado, éste vacío que nos conforma, nos enfrenta directamente con el ancestral miedo existencial. Hemos hecho todo lo posible para huir de esta verdad insondable, hemos destruido sabiduría y memoria, más persiste la necesidad de develar qué nos define como seres humanos. Y vamos tomando caminos de no retorno, y alcanzamos una nueva manera de percibir la vida, y la mente que se abre a una nueva idea, nunca regresará a su tamaño original, dijo el genio. 


Después de habernos dado de bruces contra el “estado de bienestar” y haber sentido tambalearse nuestro lugar en la "cúspide de la evolución", nos encontramos, después de volar el abismo, con un nuevo modo vital, una vía reevolutiva, una inevitable transformación de estructuras, en la que vamos ayudados de nosotros. Impulsados por esas ganas de vida nueva que todos y todas compartimos.